No sólo de pan vive el hombre, por eso ayer les propuse a Adeline, Irme y Stéphane ir al Salón Canning, a disfrutar de una noche de milonga típicamente porteña; pero de verdad, nada de esos lugares for export donde está todo armado.
Como es un lugar para bailar, y la noche empieza tarde (recién después de las 0.00 hs), el menú no es muy variado: sólo empanadas, pizza y bebidas; porque la cosa ahí pasa por la música y el baile. Ellos lo disfrutaron muchísimo, y yo encantada de acompañarlos, además que el Tango también me encanta. Acá una parte de lo que pudimos filmar.
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