Uno de los "bebés" que nos trajimos a upa desde Salta (bah, en realidad..abajo del asiento del avión), este vino es un tapado, con fama casi exclusivamente regional. Elaborado por el enólogo "Chavo" Figueroa, la etiqueta no indica la añada ni la bodega, quizás porque su vinificación y embotellado se tercerizan. Lo cierto es que nos encantó.
Gualiama era el nombre de un cacique indígena y de una vieja estancia de Salta, la misma cuya imagen se reproduce en la etiqueta.
Acá abajo, las notas del exclusivísimo sommelier de la casa (mi novio) con sus impresiones de este vinazo:

Gualiama Malbec
Al abrir este vino me sorprendió de sobremanera lo que encontré en la copa: se podía apreciar a simple vista un color casi negro de una gran intensidad con reflejos violáceos muy marcados que nos daban a entender que se avecinaba un vino con gran personalidad y mucha potencia.
En el segundo paso de esta cata, al analizar el aspecto olfato gustativo, el vino se mostró con una marcada complejidad donde se pueden descubrir aromas que rememoran a café y tostados muy interesantes. Al abrirse el vino dejó mostrar aromas de frutas negras quedando bien ensamblado con los sabores tostados.
En boca se mostró como un vino en concordancia con lo que mostró la nariz, siendo un vino complejo y con un cuerpo medio, redondo y con un final de boca prolongado.

FELIZ SAN VALENTIN

Y que lo celebren comiendo cosas ricas junto al amor de sus vidas!

Oliver Café - Cachi

En nuestra opinión, lejos, el mejor lugar de Cachi. Por supuesto respetando el concepto de lo que es un "Café": un lugar para desayunar, comer algunas minutas, picadas, una cerveza o unas copas de vino. No more.

Para cenar hay restaurantes.

El Oliver Café es un lugar tradicional pero bien aggiornado, recuerdo que ya me había gustado en el 2002, la última vez que fui a Cachi. Así que no es uno de esos lugares volátiles que pasan sin dejar rastro. Quizás una de las razones por las que perdura es que sabe adaptarse a los cambios en los gustos de la gente, y en esto Cachi está mas a tono que Salta. Es mucho más fácil encontrar platos novedosos a base de ingredientes tradicionales del lugar (como unas provoletas de queso de cabra) que en Salta ciudad, donde todavía es ínfimo el porcentaje de quienes se atreven a moverse un paso más allá de los platos tradicionales de la gastronomía regional. El servicio es bueno, y tienen la costumbre (como en Brasil) de servir la cerveza en recipientes de telgopor para que no pierda frío, costumbre que se está imponiendo de a poco en Buenos Aires.

Los precios también son adecuados, en este café de Cachi (casi un bistró) se puede tomar una copa de Colomé torrontés a $10, sentado plácidamente frente a la plaza de Cachi, respirando el aire pacífico de los valles. Una pareja de alemanes maduros se sentaron a probar vinos a las 5 de la tarde y a las 11 de la noche seguían en la misma mesa..y en la misma tesitura!

Es un lugar particularmente encantador al atardecer, además tienen la costumbre típicamente pueblerina (que comparte con otros cafés del lugar) de colocar las sillas de la vereda de frente a la calle, para ver pasar la gente.

En fin, súper recomendable.

El Castillo-San Lorenzo

Uno de los lugares que nos tentó por la pinta y que nos quedaba de paso en la visita a la Quebrada de San Lorenzo es El Castillo.
Ese mediodía fuimos los únicos comensales, quizás por eso el servicio fue atento pero muy relajado. La carta es clásica, sin grandes atrevimientos. Lo de siempre, pero conejo no había. Así que pedimos un antipasto y un bife de chorizo c/papas fritas + un bife de lomo con vegetales.
Ambos muy buenos, más que decentes.
La comida tardó un poco, pero no tanto como esperamos para pedir la cuenta. Finalmente, mi novio decidió levantarse y acercarse a la caja para pedirla.
Surprise! El mozo estaba durmiendo boquiabierto, sentado en la barra atrás de la caja.
En Europa no se consigue...Cuak!